La RBI aventaja a prestaciones mínimas garantizadas y condicionadas, como la RGI o el IMV, en todos los terrenos:

  • Es capaz de acabar con la pobreza, cosa que no ha podido hacer en más de 30 años de existencia en la CAV, la RGI, pues según los datos de la Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales (EPDS) de 2018, un 31% de las personas en situación de pobreza de esta comunidad, no pudieron acceder a la prestación, y la mitad de quienes accedieron, manifestaron seguir en ese estado.
  • Tendrá una simplicidad administrativa y unos costes económicos de gestión, incomparablemente menores de los que hoy ofrecen las administraciones de Lanbide-Servicio Vasco de Empleo y la Seguridad Social.
  • La RBI, se recibe ex-ante, es decir, sin demostrar que se cumplen los requisitos de pobreza que permiten el cobro (ex-post) de la RGI y el IMV, lo que aporta una medida esencialmente preventiva frente a la exclusión.
  • La RBI permite evitar los daños psicológicos y morales vinculados a la estigmatización social de la persona perceptora de una prestación condicionada, dirigida exclusivamente a la “gente pobre”.