Con una RBI de cuantía superior al umbral de pobreza, no hay duda de que la pobreza económica desaparecería. Además, la RBI contribuiría a tratar con mayor eficacia las causas no económicas de la exclusión social.

Está claro que la desigualdad no solo proviene de razones económicas. Existen otros factores que la generan y que tienen diversos orígenes. Los hay muy arraigados en las sociedades humanas, como el sistema heteropatriarcal, que provoca la posición subalterna de las mujeres frente a los hombres; pero los hay también que se derivan de prejuicios racistas o clasistas, de las diferencias funcionales, de los talantes etc.

Construir una sociedad “en igualdad” no sólo exige una RBI sino también cambios que van más allá de los efectos de una prestación económica.