El paro, las malas condiciones de trabajo y la precariedad laboral son realidades que no afectan a todas las capas de la población trabajadora de forma similar. La edad es repetidamente señalada como un factor de “riesgo”. En efecto, las personas jóvenes presentan los índices más elevados de paro, de precariedad laboral, de pobreza en el empleo así como de malestar por no poder llevar una vida autónoma al margen de sus progenitores. Una RBI sería de todo punto beneficiosa para la población joven. Su libertad se vería, sin duda, incrementada.